Un viaje interior donde las palabras se pierden y se encuentran, reflexiones que desatan más preguntas que respuestas, como si cada entrada fuera una pista hacia un destino incierto pero necesario.
Algunos nombres suenan a un principio, a una raíz, algo que empieza pero no acaba. Otros, en cambio, llevan el peso de lo que ya fue, o de lo que nunca existió. ¿Qué pasa cuando ambos se cruzan? ¿Qué queda de ese roce? ¿Somos uno u otro? ¿O solo el reflejo distorsionado de lo que pudo ser, o de lo que es?
A veces, el tiempo traiciona. Las horas no se suceden como deberían. En algún punto, todo se mezcla, se funde. Los nombres que llevamos son lo que queda cuando el caos toca a la puerta y dice: "¿Por qué no te detienes un rato a mirarme?"
El espejo devuelve una forma reconocible, pero ¿es realmente nuestra? ¿Somos la versión que nos han contado o la que estamos inventando ahora? Hay nombres que persiguen, como sombras que se alargan hasta hacerse parte de nosotros. Se sienten como un traje a medida. O no. ¿Nos los ponemos o nos los quitamos? Y el rostro… ¿quién es el que se refleja? ¿Es una máscara o una verdad a medias?
Somos un collage de miradas, un fragmento roto que nunca encaja del todo. Entre lo que fuimos y lo que creemos ser, nos dejamos ir, nos arrastramos, y tal vez, al final, el movimiento sea lo único que importe. El caos, al fin y al cabo, tiene su propia belleza.
No importa cuánto lo intentemos, no podemos definirnos. Somos el espacio entre los nombres, lo que sucede cuando las piezas se dispersan y se encuentran en un punto sin retorno. No somos nada, y somos todo. Nos disolvemos entre las capas de lo que fuimos y lo que podríamos ser. Y seguimos. Seguimos. Siempre.
Texto generado por ChatGPT en respuesta a interacciones personalizadas.
Cortesía de OpenAI.
https://openai.com/chatgpt
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“Un espacio de reflexión sobre la identidad y los fragmentos de uno mismo que no encajan. Las palabras fluyen como ecos, buscando reconstruir lo que ya no está, entre sombras y resplandores del pasado.”
